Los primeros días son difíciles. Casi se siente como si te estuvieras rehabilitando de una adicción a las drogas. Andrew pasó 40 días de abstinencia de dulces. Todos los que me conocen saben que tengo una adicción por lo dulce. Siempre la he tenido. Andrew tiene la misma adicción, y el hecho de vivir en Hershey no nos ayuda mucho.Pero él es más valiente que yo. El año pasado, inició una cuarentena sin azúcar. Esto es lo que puedes esperar:
1. Azúcar: recompensa natural, dosis artificial
En la neurociencia, la comida es algo que llamamos “gratificación natural”. Las actividades tales como comer, tener sexo y criar deben ser placenteras para el cerebro para que estos comportamientos se refuercen y se repitan.
La evolución ha dado paso a la “vía mesolímbica”. Cuando hacemos algo placentero, un grupo de neuronas usa la dopamina para enviar la señal a una parte del cerebro llamada núcleo accumbens. La conexión entre este núcleo y nuestro lóbulo prefrontal dicta nuestros movimientos motores. El lóbulo prefrontal también activa las hormonas que le dicen a nuestro cuerpo que un pastel está muy rico. No todos los alimentos son igual de gratificantes. La mayoría de nosotros preferimos lo dulce porque nuestro cerebro ha reafirmado la idea de que las cosas dulces proveen de una saludable fuente de carbohidratos. Cuando nuestros ancestros buscaban frutos, lo ácido indicaba “no está maduro aún”, lo amargo significaba “¡Alerta! ¡Veneno!”.
Las dietas modernas son el producto de años de transformaciones. Hace una década, se estimaba que el estadounidense promedio consumía 22 cucharaditas de azúcar añadida al día. Hace unos meses, un experto sugirió que el británico promedio consumía 238 cucharaditas de azúcar a la semana .
Son más los que notan que es casi imposible toparse con alimentos procesados o preparados que no contengan azúcar añadida, ya sea para darle más sabor, conservación o para ambos. Y de la misma manera en que las drogas secuestran la vía de la gratificación del cerebro y nos hacen dependientes, el azúcar es adictivo y provoca exactamente lo mismo en tu cerebro que los cigarrillos, el alcohol y la cocaína hacen al cerebro de un adicto.
2. La adicción al azúcar es real
Los primeros días son difíciles. Casi se siente como si te estuvieras rehabilitando de una adicción a las drogas. Se comen muchos carbohidratos para compensar la falta de azúcar.Hay cuatro componentes principales de una adicción: atracón, abstinencia, ansiedad y la sensibilización cruzada .
Un experimento: las ratas son privadas de alimento por 12 horas al día, entonces se les da 12 horas de acceso a una solución azucarada y alimento regular. Luego de un mes de seguir este procedimiento, experimentan un comportamiento similar a aquellos adictos a las drogas. Se atracan de la solución azucarada en poco tiempo. Muestran signos de ansiedad y depresión durante el periodo de privación.
El azúcar gatilla la liberación de dopamina en el núcleo accumbens. A largo plazo, el consumo regular de azúcar cambia la expresión génica y la disponibilidad de receptores de dopamina en el lóbulo frontal y
mesencéfalo. Esto significa que un consumo repetido de azúcar a lo largo del tiempo lleva a una señalización de dopamina prolongada, una mayor excitación de las vías de gratificación del cerebro y la necesidad de aún más azúcar para activar todos los receptores de dopamina del mesencéfalo. El cerebro se vuelve tolerante al azúcar, y por ende se requieren mayores cantidades para lograr el mismo efecto.
3. El síndrome de abstinencia al azúcar también es real
Aunque los estudios fueron ejecutados en roedores, se podría afirmar que los mismos procesos primitivos ocurren en el cerebro humano. Las ansias nunca se van, pero quizá es algo psicológico.Pero es más fácil después de la primera semana.
Otro experimento: las ratas sometidas a un protocolo de dependencia al azúcar luego experimentaron el síndrome de abstinencia al azúcar. Este fue facilitado ya sea por la privación de alimento o por el tratamiento con naloxona. Ambos métodos de tratamiento de la abstinencia conducen a problemas físicos. El tratamiento con naloxona también demostró que ponía a las ratas más ansiosas.
Experimentos de abstinencia similares llevados a cabo por otros científicos también demostraron comportamientos parecidos a una depresión en tareas tales como la prueba de nado forzado. Las ratas que pasaban por el periodo de abstinencia al azúcar mostraban comportamientos más pasivos que activos al ponerlas en el agua, sugiriendo un sentimiento de desamparo.
Un nuevo experimento: informa que la abstinencia al azúcar está también relacionada con el comportamiento impulsivo. Al principio, las ratas eran entrenadas para recibir agua empujando una palanca. Luego del entrenamiento, los animales volvían a sus jaulas y tenían acceso a una solución de azúcar y agua, o sólo agua. Después de 1 mes, cuando a las ratas se les dio nuevamente la oportunidad de empujar la palanca para obtener agua, las dependientes de azúcar empujaban la palanca muchas más veces que los animales de control, sugiriendo así un comportamiento impulsivo.
Estos son experimentos extremos. Los seres humanos no pasamos por 12 horas de privación de alimento y tampoco nos atiborramos de bebidas y pasteles al final del día. Pero estos estudios en roedores sin duda nos dan una idea de los apuntalamientos neuroquímicos de la dependencia del azúcar y comportamiento.
¿Sigues motivado en hacer una cuarentena sin azúcar?
Quizá te preguntes cuánto tardará tu cuerpo en liberarse de las ansias y los efectos colaterales. Cada persona es diferente y no hay estudios sobre esto en humanos. Pero después de 40 días, Andrew ya superó la peor parte. “Recuerdo que cuando comí mi primer alimento azucarado, lo encontré demasiado dulce”, dijo. “Tuve que reconstruir mi tolerancia”.
Estupendo contido científico e espectacular elección das imaxes. Moi ben, Inés. Noraboa polo teu excelente blog.
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